Todos estamos de acuerdo entonces en que ya estamos en el no-mercado, también llamado "aquà se joldea con cojones" por parte de los que deberÃan vender.
Los acaparadores de pisos son de tres grandes perfiles:
-Fondos de inversión, la rentabilidad actuarial frÃa se supone que les importa más que a los demás y se supone que si aparecieran inversiones más rentables moverÃan el dinero ahÃ, pero también tienen al dinero de la impresora socializando sus pérdidas, tienen más margen de aguantar pérdidas que es lo que llevan haciendo ya varios años. Si las expectativas del ladrillo siguen siendo que de cada 25 años sube un 10% 22 años y baja un 5% 3 años, seguirán joldeando hasta que vuelva a subir.
-Viejos langostas, tienen ladrillo que compraron o heredaron de cuando era barato. Están bien regados por la impresora a través de las pensiones que no dejan de subir (España es una gerontocracia), su ladrillo está más que amortizado y se guÃan principalmente por emociones ("antes que bajar el precio lo quemo"), asà que son los que menos probablemente bajarÃan precios ni aunque les bajaran las pensiones.
-Cayetanos y rentistas himbersoreh, entraron al alquiler desde 2012 por influencia del extranjero aprovechando la burbuja mundial de turismo frÃvolo en avión subvencionado por los Estados (a ver de dónde os creeis que salen esos viajes internacionales por 20 euros) y los tipos de interés al 0%. Son los que veo más susceptibles de bajar precios y salir del sector si se hunde porque entraron para vivir sin trabajar y no para perder dinero, aunque estén dispuestos a joldear con cojones años, llegarÃa un punto en que se largarÃan si sus perspectivas de ganar dinero se rompieran.
Reducir la impresora es lo único que romperÃa el no-mercado, porque sacarÃa a los fondos de inversión del sector y presionarÃa a los langostas a aflorar ladrillo, lo que arrastrarÃa a los cayetanos y rentistas.
Pero también es decisivo el respaldo del Estado, en paÃses como España el ladrillo caro es un Asunto de Estado porque es una de las pocas formas que tienen de explotar la globalización y que no se puede deslocalizar al tercer mundo. Si el Estado se mantuviera sujetándolo caiga quien caiga, nos quedarÃamos en una situación similar a la de Argentina: quebrados pero con el ladrillo caro y subiendo porque los ricos dejan aparcado su dinero comprando ladrillo.
Otro acontecimiento disruptivo serÃa la ruptura de la idea de que la propiedad privada de ladrillo residencial es sagrada, como pasa hasta ahora. El terreno rural te lo pueden expropiar con mil excusas, pero hasta ahora el ladrillo ya construido es más sagrado que la virgen de Lourdes, pero eso solo es asà por voluntad polÃtica, no tendrÃa por qué serlo.