"Lo que ha sucedido el 28 de abril tiene un origen bien localizado: el corredor Aragón-Cataluña, que es una de las autopistas eléctricas más importantes de España. Por ahí pasa no solo la electricidad que producen nuestros parques solares y eólicos del noreste, sino también la electricidad que importamos de Francia. Esa interconexión internacional, aunque débil (solo puede aportar un 3 % de nuestra demanda, muy por debajo del mínimo del 10 % que marca la UE), en momentos de estrés es fundamental para equilibrar la red.
A las 12:32 h, en ese corredor Aragón-Cataluña se produjo una sacudida eléctrica. ¿Qué significa exactamente "sacudida"? Significa que de forma súbita y anormal, la potencia que fluía por esas líneas empezó a variar violentamente, subiendo y bajando en muy poco tiempo. Esa variabilidad brusca puede deberse a tres causas principales:
- Que un relé o transformador en esa autopista eléctrica detectase un flujo anómalo de corriente o tensión (más alto o más bajo de lo esperado) y se desconectara automáticamente para evitar quemarse o destruirse. A eso se le llama que "abre" un relé o interruptor: salta y corta el paso de electricidad para protegerse.
- Que la enorme concentración de energía renovable en esa zona (principalmente solar y eólica) haya creado una resonancia eléctrica: los inversores electrónicos, que sincronizan la corriente, pueden a veces amplificarse entre ellos si una pequeña alteración de tensión (por ejemplo, por nubes, viento fuerte o un fallo leve) se extiende como un eco a todos los dispositivos, provocando oscilaciones generalizadas.
- Que se haya enviado (por error o ataque) una orden de control equivocada desde los sistemas SCADA, desconectando o reduciendo la generación de varias plantas de golpe. No hay confirmación aún de esta posibilidad, pero se está investigando.
Lo que sí se sabe es que como consecuencia de esa sacudida, la interconexión con Francia saltó: nos quedamos aislados justo en el peor momento, cuando la Península necesitaba apoyo exterior para estabilizarse.
Sin esa ayuda francesa, la frecuencia de la red peninsular (que siempre debe ser 50 Hz exactos) empezó a caer rápidamente. La frecuencia es como el latido del corazón de la red: si cae demasiado, los sistemas entienden que el paciente (la red) está colapsando y se desconectan automáticamente para no autodestruirse. Así, en apenas cinco segundos, se apagaron los parques solares y eólicos —muy sensibles a las variaciones de frecuencia—, se perdieron de golpe 15 GW de potencia (el 60 % de toda la electricidad generada en ese momento), y la red no pudo aguantar más: se desplomó completamente, mostrando la plataforma de Redeia (REE) un "0 MW" a nivel nacional. Eso no significa que físicamente se apagaran todas las turbinas, pero sí que no había ningún generador sincronizado a la frecuencia común de 50 Hz. Era, a efectos prácticos, un país apagado.
Para encender de nuevo una red totalmente muerta se necesita una cosa esencial: centrales que puedan arrancar en negro, es decir, sin recibir energía de ninguna otra parte. España tiene identificadas cinco grandes saltos hidroeléctricos capaces de hacer esto. Sin embargo, y aquí está una de las grandes negligencias que están saliendo a la luz, tres de esos cinco grupos estaban parados en mantenimiento programado, por decisión empresarial supervisada por la administración. Solo dos estaban operativos. Eso hizo que la recuperación fuese mucho más lenta y débil de lo que debería ser en un plan de contingencia normal.
El resultado es que, después de casi 10 horas, solo se ha recuperado un 35 % a 40 % del suministro nacional, y aún hay grandes zonas a oscuras o bajo cortes programados.
La situación revela un problema de fondo muy serio:
España sigue siendo una isla energética: solo tiene un 3 % de capacidad de intercambio exterior frente a su demanda total.
La red depende mucho de renovables variables, que se desconectan rápido ante cualquier inestabilidad.
La falta de reservas de inercia física (es decir, grandes masas giratorias como centrales térmicas o hidráulicas clásicas) impide amortiguar las perturbaciones.
Y la mala planificación de los mantenimientos dejó sin suficiente músculo hidráulico para responder a una crisis.
Las causas más probables, con los datos actuales, son:
Una combinación de fallo técnico en protección o en sincronización, sumado a una grave falta de previsión operativa y mantenimiento (probabilidad ≈ 40 %).
La posibilidad de un ataque ciber-físico intencionado sigue en análisis (≈ 25 % de probabilidad estimada).
Otros factores como error humano, fenómeno atmosférico puntual o causas mixtas completan el resto.
En resumen: Una sacudida inicial en el punto más sensible de la red española —el corredor Aragón-Cataluña, puerta a Europa— dejó la Península aislada y vulnerable. La red no pudo sostener su propia demanda porque no tenía asistencia suficiente, ni reserva física estable, ni centrales suficientes arrancables en negro. Tres de cinco saltos hidroeléctricos estaban fuera de servicio cuando más se necesitaban.
Por eso, España se apagó en cinco segundos, y por eso aún sigue encendiendo poco a poco, frágil, lenta y expuesta."