Me pilláis en Bélgica ciego como un piojo... pero me he esforzado y os dejo esta pieza FREESTYLE
Las pantorrillas de las suecas del suburbio
De todos es sabido la proverbial belleza de las suecas. Pizpiretas, juguetonas, con pecas, rubias y morenas, algunas pelirrojas. Con ojos azules polares o verdes. Altas y flacas o bajas y voluptuosas. Muchas suecas cuidan su aspecto de forma extrema. Maquillaje perfecto, peinado perfecto, ropa perfecta, andares perfectos. Estocolmo parece a veces un desfile de modelos de miradas glaciales, espectros sin alma. Aún más en estos últimos 15 años de burbuja, donde el máximo sueño era comprar un piso y decorarlo a todo trapo. Y si para ello hacía falta convertirse en agentes inmobiliarias, pues eso que hacían.
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Pero hoy no vengo a hablaros de la proverbial variabilidad genética de las suecas, lograda a golpe de raptos en el Drakar por los vikingos, que se traían a las más guapas de todos los rincones de Europa.
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Donde se folla aquí?
No. Hoy os vengo a hablar de un aspecto fascinante y poco conocido para los que no habéis pisado estas tierras de herejes y protestantes. O para aquellos que, habiéndolas visitado, no sean dados al meditativo acto de la observación. Hoy os quiero hablar de las pantorrillas de las suecas del suburbio.
Son unas pantorrillas superlativas, mayestáticas y espantosas. Son pantorrillas de acero, con una curvatura muy parecida a los brazos de Popeye. Se puede observar de forma segura en los semáforos del carril bici en verano. Un servidor se aposta en un banco cercano y mira con incredulidad tamaño despropósito fisionómico. Son piernas antinatura, que partiendo de un tobillo fino (las suecas son de tobillo fino, que es de agradecer, a nadie le gusta los elefantes) de repente adquieren una curvatura hacia afuera que desafía la gravedad, la estructura ósea y el sentido común. Son músculos hipertrofiados, que adquieren un aspecto a extremidad de muñeca de juguete si la piel es tersa y bien depilada, y que derivan peligrosamente en los muslitos de pollo si la última depilación fue hace días. Finalmente dicha curvatura se retrae y acaba en una rodilla normal, fina, como la que suelen gastar por estos lares.
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Si en estado de reposo las pantorrillas son un aberración del orden natural, cuando se tensan sobre el pedal de la bici esperando que el semáforo pase a verde, adquieren unas dimensiones grotescas. Uno no puede dejar de admirarse que el tobillo no se parta en tres pedazos por el par que puede ejercer ese apéndice gigantesco unos centímetros más arriba.
Porque cuando finalmente la luz pasa al verde, la mujer de mediana edad que se abalanza sobre el manillar con mirada de loca, la pantorrilla sueca pega un latigazo de muchos KiloNewtons sobre el pedal y el tobillo, el trozo de carne que una vez fue una pierna, y su dueña salen disparados cuesta arriba que ni Pantani en sus mejores días de dopaje.
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A menudo se pueden disfrutar de drag races impresionantes entre dos o más mujeres del suburbio y sus superlativas pantorrillas, cada una más loca y estresada que la anterior. En su cabeza no hay libros de Strindberg ni tampoco películas de Bergman. En su cabeza hay caracolas de pasta de oferta con ketchup y albóndigas congeladas. Una comida rápida y barata que reina en las cocinas del suburbio de clase media de Estocolmo. Sería conveniente investigar el papel de esta dieta de campeones en el desarrollo de los miocitos que componen esas columnas de Hércules mutantes que una vez fueron estilizadas y preciosas piernas de joven sueca enamorada.
Hay un peligro, sin embargo, que amenaza estas aberraciones de la naturaleza. Una insidiosa amenaza llamada Bicicletas Eléctricas. Con una pila recargable bajo el portapaquetes, estas bicis alcanzan velocidades cercanas a la barrera del sonido. El peligro en los carriles bicis es total: si antes te atropellaba una copywriter pensando en las albóndigas congeladas a 30km/h ahora te puede reventar una funcionaria a 60km/h preocupada por la hipoteca.
Pero y la pantorrilla? Que pasará con la pantorrilla nórdica?
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Esperemos que pronto las autoridades tomen cartas en el asunto y limiten la potencia de las bicis eléctricas que nos podrían dejar en pocos años con patitas enclenques y mujeres normales.
Estáis avisados. Una sueca de mediana edad dotada de esas pantorrillas te puede hacer un headlock con las piernas y partirte la columna vertebral en tres puntos sin romper a sudar.
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Este sonríe porque cató coño sueco antes de ser un vegetal