Aparte del acojone de pillarte el bicho y quedarte MOÑEC, recuerdo con entrañable nostalgia esos primeros días con todo el mundo en casa, escuchando vinilos, posteando música en grupos privados de Facebook y no tener que salir a la vida real.
Ahora me toca cruzarme con gilipollas con caracolillos cocainómanos y aduladores de culogordo Ayuso, con americanos programadores disminuidos psíquicos y psicópatas y con brujas suecas hijasdeputa amargadas porque se han bebido ya todo el salario en cerveza y ginebra barata a día 15.
El COVIC fue una bendición, excepto para toda la gente a la que amoñecó de forma trágica.
Me parece una puta mierda el sistema este.