bueno, pues lo de las bajaditas aquellas brutales era un poco por esto también:
El pasado 15 de marzo, el inversor Marc Cohodes estaba de enhorabuena. Experto en operar en corto, la realidad le había dado la razón sobre sus continuos avisos en torno a la situación de los bancos estadounidenses Silvergate Bank y Signature Bank. Igual que había visto la mala situación de FTX antes de que cayese, también se adelantó al hundimiento de estos bancos regionales, convertidos en amigos íntimos de la industria cripto. Pero algo le hizo torcer el gesto. Su cuenta de Twitter se había llenado de mensajes de pequeños inversores que habían seguido sus consejos, habían apostado por la caída de estas instituciones y, sin embargo, no habían podido cobrar su acierto prometido. De repente, sus mensajes cambiaron y se centraron en asediar a una empresa que en los últimos tiempos ha pasado de ser uno de los héroes de Silicon Valley a ser uno de sus villanos: Robinhood.
Según denuncia el propio Cohodes siguiendo las quejas que le habían llegado, esta compañía y algunas otras plataformas de inversión más, como las de Fidelity o Interactive Brokers, han dejado atrapados a los clientes que habían hecho una apuesta ganadora en el mercado y no les quieren dar su dinero. Básicamente, todos ellos leyeron la situación de los diferentes bancos que han ido cayendo en los últimos días, también Silicon Valley Bank, y compraron un tipo de producto derivado llamado opciones de venta en corto. Estas polémicas opciones pueden generar grandes beneficios si la compañía sobre la que se apuesta cae en picado, y es lo que ocurrió. ¿Cuál fue el problema? Que al cerrarse la cotización de todas estas compañías en pleno hundimiento, las operaciones de la mayoría de estos jugadores no pudieron completarse y los que creían haber ganado el premio gordo con su decisión temen no poder cobrarlo nunca. Incluso han montado una web para denunciarlo.
Cohodes, convertido en una especie de portavoz de los afectados, pese a asegurar que él no está atrapado, les ha recomendado que acudan a sus abogados y ha presionado en redes para que los brókeres cumplan lo firmado. "Estos son contratos válidos. Tengo cientos de mensajes directos de personas que trabajaron la situación e hicieron una gran apuesta y ahora no se les paga. ¿Por qué ofrecen estas opciones si no se les va a pagar? Es un juego manipulado", comentaba en una entrevista en Forbes. De momento, algo ha conseguido. Robinhood ha asegurado que abrirá la mano con los inversores que hicieron esta operación sobre Signature Bank y permitirá que sus operaciones sigan abiertas más allá de la fecha de vencimiento, que era este viernes, pero no se sabe cómo terminará todo. Y es que ni la situación de los que hicieron la apuesta ni la de estos brókeres parecen claras.
Muchas de estas plataformas digitales para minoristas crecieron durante la pandemia como una solución al aburrimiento y una forma de empezar a invertir el dinero que los pequeños ahorradores tenían en casa. Tienen una interfaz sencilla, amigable y gamificada, y encima no cobran comisiones por las transacciones (algo muy importante en los brókeres tradicionales). La idea era clara, llegaban para democratizar la inversión, pero su suerte empezó a cambiar en 2021, con el bombazo de GamesStop y las acciones meme. De repente se descubrió el peligro de su barra libre. Un joven incluso se acabó suicidando tras creer que perdía mucho dinero en Robinhood y sus antiguos fieles, inversores minoristas que veían en estos sitios aliados contra el sistema, vieron cómo sus movimientos empezaban a limitarse sin razón aparente. Las voces más críticas empezaron a compararlas con "casas de apuestas" y ahora todo suena demasiado parecido.