Cuando estuve en Israel me di cuenta de que no había un Israel. Había Tel Aviv y luego estaba Jersusalén. Los de Tel Aviv me hablaban aterrados de Jerusalén. Están locos, están totalmente locos. No me gusta nada, me decían.
En Jerusalén vi a los de los caracolillos y las ultraortodoxas en los tranvías rodeados de gente con fusiles de asalto. Joder que miedo pasé. El control en la estación de Autobuses (a la sazón un pequeño centro comercial) era importante, todo lleno de armas. La entrada al muro de las lamentaciones (el muro del "Templo" imaginario donde los morunos plantaron su mezquita para dar por culo) tenía un control exhaustivo con detector de metales y de todo. Luego una vez dentro podías meterte sin problema hasta dentro a esas salas donde rezan durante horas, hasta los niños con caracolillos. Nadie te decía nada.
La zona musulmana y la judía no tienen una separación visible, aunque está todo lleno de cámaras y de agentes de paisano. Pero los judíos que nos llevaron (que por supuesto nos contaron siempre que todo buen rollo entre todos y que solo querían la paz... ehem, todo de color rosa) nos confesaron que deberíamos ir rápido y que ellos solos no se atrevían a ir.
Luego por las calles de Jerusalén vi una cosa que me dejó loco. Grupos de niños de 8 añitos de excursión con el cole para ver Jerusalén. Al inicio y al final de la fila india iban agentes con la pistola bien visible. Aunque estuviera todo tranquilo, la gente en sus cafés y tal. Está claro el mensaje que le daban a los niños.
Cuando volví a Tel Aviv respiré y esa noche nos pusimos como gochos a comer T-Bone Steak, miles de platillos de humus y demás y vinazo israelí de calidad. Luego a las discoteques a tomar copazos y a escuchar techno entre las megajamelgas que hay en esa ciudad.
Es un locurón todo. Acabaremos viendo Israel dividido también.
Es la religión hamijos. Nada de liberación ni ostias. Es la religión. Las dos religiones.